16 mayo 2006

Evo está pisando la raya

Marx y Engels enunciaron la socialización de los medios de producción como medio para invertir la espiral que en el siglo XIX condenaba a los pobres a la miseria y mantenía a los ricos en su torre de marfil con un esfuerzo nimio. Ahora, casi dos siglos después, un desposeído de los Andes recoge el testigo de aquellos idealistas y quiere acabar de un plumazo con la supremacía de los ricos de nuestro tiempo, las multinacionales. Le acompaña la legitimación que le han dado las urnas y la corriente favorable de la antiglobalización que está inundando América Latina.

Y para entender la situación debemos tener en cuenta varios factores, alguno de ellos obra a favor del indigenista Evo y otros en contra:



  • En el ranking del desarrollo humano, Bolivia está ubicada en el puesto 104, entre 162 naciones, muy por debajo del resto de los países de Sudamérica y con niveles de bienestar ligeramente superiores sólo a Nicaragua, Honduras, Guatemala y Haití, que son los últimos del continente.
  • En un país donde 13 de cada 100 trámites administrativos precisa de una "coima" o soborno, en el que 65 de cada 100 intervenciones de la policía de tráfico se salda con una pequeña propina, ¿qué no habrán hecho las multinacionales para conseguir sus licencias y actuales prebendas?.
  • Dentro de estas cifras, los indígenas son la mayoría de los pobres e incluso dentro del país los desequilibrios entre la costera provincia de Santa Cruz y el resto son inmensos. Como es de suponer Evo no ganó en Santa Cruz.
  • Este "revival" del Comunismo más puro choca con el derecho internacional. Las empresas que han invertido en Bolivia están protegidas por el Derecho, al igual que el pueblo boliviano.

Si han robado o sobornado o expoliado, deberán ser juzgadas por ello, pero no "manu militari". Eso no es democracia, eso no es libertad, eso es venganza. Entiendo a Evo y simpatizo con su causa, pero no tolero que pase por encima de la ley.

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