He aquí dos de sus más exuberantes ejemplos, por calidad y cantidad.
Jara, también llamada Estepa
este arbusto posee decenas de flores de cinco pétalos blancos. Es una planta muy resistente y llega a formar verdaderos bosques de matorral. Desde el Lomo hacia la Salceda se encuentra uno de ellos, frecuentado por corzos y jabalíes que se refugian en él debido a su impenetrabilidad. También sirven de fuente de néctar para abejas (la miel de jara es delicada y muy aromática).
Antiguamente se utilizaba como leña para los hornos donde se cocía el pan, pues sus ramas, de madera muy dura, tienen algo de resina que al arder genera rápidamente una elevada temperatura.
Piorno, también llamado cambroño, codeso o gayomba en las sucesivas sierras del Sistema Central
este arbusto, en solitario, no es gran cosa, pero cuando se une a millares de compañeros en los altos de la sierra nos ofrece un festival de color amarillo. Aparece sobre todo a partir del nivel dónde terminan los pinos, pero también entre ellos.
Como la jara, el piorno también era de gran utilidad a nuestros antepasados. Con sus ramas se hacían escobas y sobre todo, se cubrían los techos de las chozas de pastores que había por la sierra
reconstrucción de chozo serrano (Arenas de San Pedro-Ávila) |
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