10 enero 2022

Una sierra de pinos: ¿fue siempre así?

Hace sesenta o setenta años nuestra sierra estaba casi despoblada de árboles. Era una sierra amarilla de flores de retama y piorno entre los roquedos. La agricultura, el pastoreo y el uso intensivo de la madera para calentarnos y cocinar habían acabado en gran parte con la masa forestal. 

En la primera mitad del siglo XX quedaban ya pocos árboles,. Solo unos cuantos pinos en las alturas, alguna carrasca aislada, bardagueras junto a los cauces, sotos de roble y algún abedul en los más escondidos barrancos. Junto a los manantiales reinaban los arbustos y herbáceas. Retamas, jaras, espinos, rosales silvestres en las solanas, y todo este conjunto daba a la sierra un aspecto radicalmente distinto del que tiene en la actualidad.

Piornos en las laderas más altas

Era la montaña que conocieron nuestros padres y abuelos, aunque tampoco era su aspecto original. Las actividades del hombre a lo largo del último milenio habían cambiado las laderas serranas desde su paisaje primigenio. 

Probablemente nuestra sierra había permanecido sin cambios hasta la Alta Edad Media. No era un territorio interesante para la agricultura y la escasa población de la península se asentaba en otros lugares más productivos. Así que estos parajes estuvieron deshabitados hasta la Reconquista, cuando empezaron a llegar colonos desde el norte. Corría el siglo XI y encontraron bosques caducifolios que cubrían la sierra desde el llano hasta cotas de 1.500 o 1.600 metros. Por encima de esa altura,el pino silvestre y algún acebal dominaban las umbrías. 

Roble melojo, o rebollo

Detalle de hojas de roble

Alrededor de los ríos y al abrigo de los barrancos crecerían otras caducifolias como chopos, olmos y algunos tipos de sauces como mimbreras o bardagueras. Seguramente hubo también tejos, recuerdos de otra época más húmeda.

Los arbustos no serían tan distintos a los actuales pero quizá más variados. Se sabe que hasta el siglo XIV o XV el oso aun vivía en esta zona . Se alimentaría de todo tipo de hierbas, de frutos arbustivos como las moras y rastreros como la gayuba y en otoño de frutos de los árboles como la bellota. Tenía que haber mucho alimento para dar de comer a un oso. 


Los prados de césped alpino y las turberas inundadas existían desde antiguo y aun subsisten, aunque en menor extensión pues muchos fueron roturados para la plantación del pino en terrazas. El helecho y el enebro rastrero (jabino) cubrirían las zonas más expuestas al sol. Y por encima de 1.900 metros el piorno sería dominante.

Turbera o tolla

A la hora de deducir qué tipo de vegetación existía antes de la presencia humana en la zona, hay que tener en cuenta la orientación de las laderas hacia la umbría o hacia la solana. En estas zonas altas la variación de temperaturas por distinta exposición al sol es fundamental para encontrar unas u otras especies. En laderas orientadas a Este y Norte los pinares seguramente eran más comunes, y las carrascas solo estarían presentes en zonas soleadas.

Y hablando de la temperatura, es muy posible que los cambios climáticos a lo largo de los siglos también hayan afectado al tipo de vegetación, y quizá en periodos más húmedos serían frecuentes las manchas de hayedo y abedul, hoy excepcionales.

Hoy la sierra ha cambiado de nuevo. Ya no es la original, ni la que configuraron nuestros antepasados con su actividad. Desde mediados del siglo XX ha aparecido un nuevo paisaje, sobre todo a causa de la repoblación de pino silvestre que se produjo en las décadas de 1950-70.

Foto panorámica en verano- 1.800m de altitud

La plantación de pinos en terrazas ha ocupado casi todo el territorio entre los 1.800 y los 1.400 metros de altitud. Es un monocultivo, de modo que subsisten muy pocos árboles distintos al pino y además recluidos en las zonas de barrancos.

Por debajo de los 1.400 metros, también se han producido cambios en los últimos cincuenta años. Y no por la mano del hombre, sino por falta de ella. El abandono de la agricultura y progresiva reducción de las cabezas de ganado están dando una oportunidad a la regeneración de arboledas en lo que fueron cultivos y prados de forraje. En estas áreas persisten los robles y aparecen fresnedas cada vez más grandes.

Foto panorámica en verano-  1.200m de altitud

En algunos lugares se están creando verdaderas junglas de arbustos espinosos como zarzales o endrinos, entreverados de ejemplares de majuelos, que suponen grandes reservas de alimento para las aves durante los meses más fríos del año. 

Un refugio cada vez más frondoso para la fauna de gran tamaño como corzos, jabalíes, zorros o tejones. 

Majuelo repleto de frutos comestibles

Pasará el tiempo y llegaremos a una nueva etapa en la composición vegetal de nuestra comarca. Probablemente desaparecerá la ganadería y casi nadie cortará leña para el fuego. La actual plantación de pinos se convertirá en un pinar maduro y entre sus claros crecerán especies distintas.  ¿Volverá el monte a su estado original entonces? ¡Quién sabe hoy qué sucederá!, lo verán las próximas generaciones. 

Bibliografía: Estudio de vegetación y flora de las Sierras de Guadarrama y Gredos , de Salvador Rivas Martínez



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