03 septiembre 2008

"In memoriam"

Aquéllos que no hemos sufrido el asesinato de un familiar difícilmente podemos imaginar lo que sienten los afectados. Tampoco nadie puede cuantificar quién sufrió más, si la hermana de una mujer apuñalada por su marido, el padre de un asesinado por ETA o los hijos de un hombre fusilado en una cuneta hace muchos años. Algún insensato aventurará si un asesinado valía más que otro o si incluso, se lo había “buscado”. Para mí todos son iguales y tienen en común sobre todo que su fatal destino fue decidido por otras personas sin escrúpulos y desde luego sin ningún derecho atribuido por el Estado.

Las otras víctimas, las familias, viven el resto de su vida sin su ser querido, pero al menos con la esperanza de que el matarife responda ante la ley. Por suerte, en la actualidad es raro que prescriba un delito de asesinato, pues el plazo de prescripción (20 años) se interrumpe cuando hay un procedimiento judicial abierto, y las más de las veces el delito es investigado y el asesino capturado.

Por desgracia no siempre ha sido así y la mayoría de los asesinados del siglo XX no han encontrado justicia en nuestro país. En España nos encontramos en una situación singular respecto a los asesinados por partidarios de los sublevados en la Guerra Civil. Normalmente deberíamos aceptar que desde entonces han pasado ya casi 70 años y que los delitos de asesinato han de estar prescritos. Punto y final desde el punto de vista legal. Pero, ¿y desde el punto de vista de la JUSTICIA?. Desde la Guerra Civil hasta ahora ninguno de esos delitos han sido investigados por el Estado, ni sus culpables perseguidos, ni siquiera ha habido una amnistía general declarada por el Congreso.

El gobierno actual, en una chapuza histórica sin precedentes, aprobó en la pasada legislatura la Ley de Memoria Histórica, poniendo los derechos de los familiares como excusa para sacar un legajo sin contenido y de eficacia propagandística muy discutible. Si de verdad quisieron resarcir a las víctimas tenían que haber asumido las tareas de encontrar a los muertos, de darles sepultura donde sus familiares eligieran y de resarcir a las familias con las indemnizaciones correspondientes. Nada de esto se contempla en esa “ley”. Sólo humo.


Pero el circo sigue, superándose número a número y esta semana, dando una nueva vuelta de tuerca al ridículo de nuestras instituciones, el antes juez y hoy justiciero Baltasar Garzón ha utilizado la autoridad de la Audiencia Nacional para requerir información a varias instituciones sobre el paradero de los asesinados en la guerra. ¿En base a qué ley, a qué legitimidad, se mete la Audiencia Nacional en semejante charco? Nadie lo sabe, pero lo peor es tener la certeza de que, el numerito tan sólo servirá para remover la memoria de unos cuantos abuelos, dándoles unas esperanzas que terminarán en papel mojado.

7 comentarios:

  1. Amigo Zorro,
    Garzón es mongo.
    Y paso de poner nada más, no sea que me lo encuentre un día subiendo por el ascensor de casa a buscarme ..... que tembleque.

    (señor Garzón, si lee esto, mi abuelo era del POUM, conservo el carnet!!!!).

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  2. tanto en el Madrid cercado como en la Barcelona que perdía la guerra hubo cientos de asesinatos sectarios, simplemente por llevar una sigla u otra en la escarapela. ¡Qué asco la guerra! Lo siento por tu abuelo. El POUM fue perdedor entre los perdedores.

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  3. Si mis padres y abuelos han sabido olvidar y perdonar, quien soy yo para revolver???

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  4. Querido Zorro-Lobo, perdedores fuimos todos los españoles, y el que quiera olvidar que olvide, pero lo que yo tengo muy claro es, perdonar, pero no olvidar, que si se olvida se puede repetir.

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  5. El problema de la memoria es que es selectiva y que los recuerdos se construyen. En este país sólo hablan de historia los políticos, nunca los historiadores. El recuerdo siempre ha sido parcial, nunca se ha buscado la objetividad. Reconocer que en la República, pese al reconcimiento de derechos, las cosas no salieron bien parece llevar a la justificación del golpe de Estado. Mentira.
    Soy partidaria de la búsqueda de los restos de todas las víctimas, fueran del color que fueran, de que reciban sepultura donde sus familias quieran, de las familias reciban indemnizaciones. Todo esto es de sentido común.
    No soy partidaria de que desde un lado y el otro se lancen a la cara el número de víctimas. Las víctimas no son números. Tampoco soy partidaria de que se polarice a la sociedad civil de aquella época. Esto no es la República de Star Wars y no había caballeros Jedi. Rojos y azules sólo fueron, en mi opinión, colores de guerra. Pienso que aún somos víctimas de esta división que nos perjudica a todos y que beneficia a los de siempre, empeñados en convertir la historia en una novela rosa llena de romanticismo barato ajeno a la realidad, a los datos y a la evolución del pensamiento.
    Para aquellos que perdieron a sus seres queridos, todo el calor humano del mundo. Para el discurso político y académico, la frialdad más objetiva.

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  6. En breve haré un post sobre mi abuelo (no sólo ZP lo tiene y el mío sin traicionar a nadie).
    Hace unos años conseguimos encontrar los restos de su padre, muerto en campaña por "dolencia en el corazón".
    Mi abuelo pasa de la memoria historíca que le venden los politicos que no buscan más que su voto como dice, él sólo quería recuperar a su padre.
    Estatua, suscribo tu comentario!. Por cierto aquí todos los Jedi estarían en el lado oscuro...

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  7. Hace menos de un mes hablaba sobre esto con mi abuelo y me contó algo que yo desconocía y que ilustra hasta que punto la guerra la provocan unos y la sufren otros. Cuando comenzó el alzamiento mi abuelo estaba de permiso durante su servicio militar que realizaba en Extremadura, llegada la fecha de reincorporación tomó un tren hacia su cuartel sin saber si estaría en zona nacional o republicana, le tocó la de los "nacionales" y a luchar porque no tenía otro remedio. Si el destino hubiese querido que su acuartelamiento hubiera estado en zona "roja", pues lo mismo pero disparando a otros.
    No debemos entrar a estas alturas a remover fosas y distinguir entre muertos de unos y otros. Como bien decís levantemos las fosas si así quieren los familiares, enterremos en su lugar a los muertos, a todos, y no juzguemos más. Mi abuelo no conserva odio hacia nadie y cuándo me cuenta algo de la guerra lo hace como si hubiera sido una película, nunca le he oido un insulto, palabra gruesa o descalificación hacia nadie por ser del "otro bando". Aprendamos de ellos que lo vivieron, lo han superado y siguen para adelante sin rencor y deseando que jamás vuelva a pasar algo parecido.

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