11 diciembre 2008

Citius, altius, fortius

Extraños días éstos, en que la competencia lo domina todo. En el siglo XXI el éxito de un individuo ya no es un espejo para el resto. Ya nadie se alegra por él. De hecho ya ni siquiera se le envidia. Al triunfador solamente se le critica o incluso se sospecha del origen de su ascenso social. Salvo que hablemos de un desconocido, claro ( a los conocidos, ni agua ). En ese caso solemos admirar el resultado, pero nunca el camino recorrido hasta llegar a él. Y si el sujeto finalmente ha caído, su currículum se hace invisible de repente, pues sólo veremos "un fracasado" frente a nosotros.
Citius, altius, fortius, esa es la regla. Como si de una competición se tratase, ya sólo se valora la inmediatez del triunfo. Profesionalmente hablando, nos creemos expertos tras sólo unos meses de prácticas; cambiamos de empleo sin parar buscando un rápido incremento de salarios. La vinculación a una empresa durante toda tu vida es cosa del pasado, y es normal que la gente cambie de empleo cada tres o cuatro años.

Es cierto que los sistemas retributivos de las empresas no animan a otra cosa. Ya no se paga la fidelidad a la empresa, más bien lo contrario. La antigüedad es un carga y lo que se valora es la novedad. ¿Quién no ha pensado alguna vez que se paga mejor a los recién llegados que a los veteranos con experiencia? Y no hablo de gente en el fin de su carrera, sino de "veteranos" de 30 años con cinco años en el mismo puesto que ven como a su lado ponen a otro treintañero que cobra el doble que ellos por el mismo trabajo. No es de extrañar por tanto que se reciba a los "nuevos" con miradas de desconfianza y desde luego sin ninguna ilusión.

Poco a poco vamos entrando todos en una espiral de competencia, y sucede que nadie entiende porque alguien decide detener su carrera por propia voluntad. Oímos que Pepe o Juan han decidido cambiar su sueldo por calidad de vida y sólo lo concebimos si ha tenido alguna enfermedad o golpe vital por medio. ¿Renunciar a la pasta o a la fama por que sí? Imposible.

Más rápido, más alto, más fuerte. Parece que el antiguo lema del Barón de Coubertin se adapta mejor hoy a la vida profesional que a la deportiva ... ¿ tenemos aún alguna posibilidad de retirarnos de esta carrera ?

7 comentarios:

  1. Amigo zorro, acertado este post. Qué poco se valora el camino hasta la cima, qué pronto se envidia al que llega, aún más rápido hacemos leña del "fracasado" que no perdura allí arriba.
    Algunos por suerte no conocemos esas "carreras" de las que tu ansías salir y tan sólo corremos contra nosotros mismos y despacito.

    ResponderEliminar
  2. Contra nosotros mismos y despacito. Que sabias palabras las de Nolín!

    Yo estoy a punto de salir de la pelea. Para cuando disputamos la alcaldía de Collau???. Necesito especular con terreno público, que como pasa con el dinero público no debe ser de nadie...

    Bicos

    ResponderEliminar
  3. Querido zorro, no tengo muy claro que tratas de decirnos. Te quejas de tres cosas:

    - Protestas sobre la busqueda de la mejora personal (Mas rapido, alto, fuerte)

    - Denuncias cierta injusticia empresarial respecto a como se valoran a los individuos

    - Te quejas de la intolerancia social hacia el fracaso

    Esto me suena a la crisis de los mid 30!

    La competitividad es la base de la evolución humana. El deseo de superación ha estado detrás de nuestras grandes hazañas como especie y de nuestros mayores errores. Afortunamente lo positivo compensa lo negativo con creces. Lo que hemos alcanzado en los ultimos 2000 anhos parece muestra suficiente.

    En el plano profesional lo unico que hay que exigir es que las reglas sean las mismas. Una empresa es libre de pagar a dos personas diferente en el mismo puesto. Si esa diferencia se basa en rendimiento, el menos valorado mejorara o abandonara, en cualquier caso la competencia es beneficiosa. Si esa diferencia es arbritaria, el menos valorado cambiara de trabajo llevando a la empresa o bien a rectificar, o bien a encontrarse con una plantilla de incompetentes sobrevalorados que la llevaran a la ruina. En cualquier caso el mercado ajustara las cuentas.

    En cuanto a la envidia del exito, es un elemento basico de nuestra naturaleza como humanos. Personalmente he notado que los niveles de envidia se relacionan bastante bien con incompetencia e inseguridad. En fin, que evites relacionarte con gente que esta a la espera de que los que tienen exito fracasen.

    Por ultimo, dejame compartir contigo una reflexion personal. En todas las facetas de la vida el exito asi como el fracaso se basa en dos componentes:
    1) Trabajo duro/espiritu de superacion
    2) Suerte

    No desprecies el poder de la suerte, del estar en el sitio adecuado. La suerte sola no garantiza el exito en el largo plazo, pero puede alzar y destruir carreras en el corto.

    ResponderEliminar
  4. ja, ja, New Yorker y José Manuel, yo no me quejo, ¿por qué habría de hacerlo si me muevo en ese mundo como pez en el agua? Vuestro amigo zorro vive confortablemente instalado en el sistema. Hablo en primera persona del plural, porque lo que veo es que la mayoría de la gente no es tan optimista como yo. No todos nacemos preparados para el fracaso, y por eso creo que la sociedad, nuestros padres, los gurús, deberían enseñarnos a fracasar ... que tampoco es tan malo. Sólo se levanta el que cae, ¿verdad Tigre?

    ResponderEliminar
  5. Yo creo que sí se puede, pero las empresas deberían ayudar un poquito más. Pienso en la empresa en la que trabaja mi hermana y creo que ahí sí es posible: intentan acercarte a tu casa, premian el esfuerzo y el tiempo dedicado, es posible promocionar mediante pruebas cada x tiempo...
    Pero creo que aunque sea posible, muchas veces no es factible. Mucha gente no para porque si lo hace no puede llegar a fin de mes. Lo de citius, altius, fortius tal vez les de igual. Aunque es cierto que hay casos, cada vez más, en los que esas tres recomendaciones lo son todo. Y lo que más me preocupa es que los chavales de 16-17 años piensan tal y como tú has explicado al inicio del post. Eso da miedo.

    ResponderEliminar
  6. sí, estatua, das en el clavo. Un adulto puede estar más o menos preparado para el fracaso, pero un adolescente no. Hace un par de décadas se comenzó a depauperar la formación profesional. Quien no hacía el bachillerato y luego la carrera, "no servía". Después la misma carrera: quien elegía letras "no valía para ciencias". Y luego el curro: parece que es obligatorio cambiar de trabajo continuamente, aunque ya ganes de sobra, solamente por mantenerte en la carrera contra tus compañeros de promoción. No exagero.

    ResponderEliminar
  7. El problema es que creo que confundimos valía, con sueldo, con capacidad y -a mi entender lo peor de todo- eficiencia con tiempo dedicado

    ResponderEliminar