No somos los únicos que elegimos una sola franja horaria para nuestra actividad. Muchos animales viven de día y duermen, ocultos, de noche. Pero hay muchos otros cuyo ecosistema favorito pasa por la oscuridad. En Collado Hermoso no es fácil ver un erizo de día, por ejemplo, y mucho menos alguna de esas rapaces nocturnas que ululan entre las tinieblas. Pero están ahí. Les oímos en la negrura de la noche, vemos sus madrigueras y nos dejan sus rastros. Huellas en el barro o la nieve; también sus excrementos.
Es normal encontrar sus madrigueras en el bosque, bajo grandes rocas, y probablemente muchas veces pasamos junto a ellas de día cuando sus ocupantes descansan, ocultos, dentro de ellas. Cuidadito con molestarles, a nadie le gusta madrugar.
Uno de estos animales nocturnos recientemente detectados gracias a sus rastros es el gato montés (felix silvestris). Un gato muy parecido a los domésticos "atigrados" que siempre hubo en el pueblo, con los que de hecho se híbrida de tanto en cuanto, por lo que probablemente hay pocos gatos monteses 100% puros en nuestro entorno.
Este animal, de costumbres nocturnas, suele dejar sus excrementos, bien en letrinas, o en los bordes de su territorio, en lindes entre las praderas o estepas donde caza y las zonas boscosas donde descansa. Debe ser relativamente frecuente en los alrededores del pueblo, a tenor del número de rastros.
Sus excrementos miden entre 5 y 10 centímetros con varios cuerpos engarzados y con un característico acabado en punta. Comen normalmente roedores o conejos (no son frecuentes en nuestra zona). No desdeñan la carroña. Tampoco escarabajos u otros invertebrados. En sus excrementos por tanto suele encontrarse pelo y pequeños huesecillos, así como caparazones y restos de partes duras.
Todos estos animales proliferan en un terreno vacío de personas, con muy baja densidad de población y escaso tráfico nocturno en las carreteras. No obstante, a veces la fauna nocturna cae víctima de las ruedas, como este pobre tejón atropellado el pasado mes de diciembre en la carretera entre Pelayos del Arroyo y Sotosalbos.
Más allá de estos ocasionales conflictos con los humanos, todos estos noctámbulos no tienen más enemigos que algún ataque ocasional del lobo o de las grandes rapaces, normalmente a ejemplares jóvenes. Buen sitio la Sierra Norte de Guadarrama para ellos.
Seguiremos informando si encontramos nuevas noticias de estos bichos, de garduñas o de jinetas. ¡Estad atentos!
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