21 marzo 2006

Zamora, la señora del Duero

El viernes, camino de Galicia, fuimos a dormir a Zamora. El superinvento Bancotel nos da estas alegrías y desde que ir a un hotel de cuatro estrellas vale 53,5€ hacemos menos kilómetros seguidos. Esta vez fue esta preciosa ciudad nuestra escala hacia la húmeda, gris y nubosa Galicia.



Era una de las pocas capitales de provincia en la que no había estado y ha sido una muy grata sorpresa. Una ciudad con personalidad propia como casi todas las que han crecido a la vera de los grandes ríos, pero aderezada además con quintales de arte y de historia. Me pareció ver a Isabel y Fernando orando en los altares de Sta. María y a sus antecesores los hermanos Sancho y Alfonso batallando frente a las murallas, y a Bellido Dolfos, el mayor traidor de la historia de España, escabulléndose bajo los muros del castillo de Doña Urraca.

El castillo de Doña Urraca está circundado por el barranco sobre el río y por la parte que le une a la ciudad hay un gran foso frente a una explanada. Al pasear junto a él o al asomarse sobre sus murallas no es difícil imaginar a los ballesteros manteniendo a raya a las tropas invasoras capitaneadas por el Cid, acampadas a lo largo y ancho de la vega.

La ciudad ha sido codiciada por personajes de la talla de Almanzor. No es de extrañar. Si a nosotros nos cautivó el sonido de nuestros pasos sobre las losas mojadas en una noche tan fría y húmeda como el corazón de la esquiva Doña Urraca, cómo esperar que personajes tan poderosos no quisieran poseerla.

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