20 julio 2006

Francisco y Catalina

Me encantan los puertos pesqueros. A mí, que soy de interior. Me gusta pasear entre los barcos de color azul o rojo o verde o blanco. Me paro frente a sus bordas y e imagino la vida de sus ocupantes sólo con leer el nombre pintado en sus armazones. A veces, bajo el nombre del barco pone la ciudad de la que provienen y mi imaginación vuela aún más alto, evocando puertos que conozco, el olor de las lonjas, la ceremonia de descarga del pescado ...

Estos días estoy oyendo el nombre de un pesquero en todos los medios de comunicación. "Francisco y Catalina". No dicen si bajo su pintura se puede leer el nombre de algún puerto, pero da igual, pues creo que ese barco pertenece a todos los lugares del mundo donde vive una sola persona de buena voluntad. Oigo ese nombre y huelo a mar y a pescado, aquí en Madrid, a 400 Km del puerto más cercano. Y huelo a ternura, y a bondad, a sacrificio, a sencillez ... Hoy le he puesto voz al pesquero cuando he escuchado en el telediario a dos de sus tripulantes. Hablaban a través de la línea telefónica un lenguaje simple y pausado. Hablaban de justicia y de piedad. De orgullo por haber recogido del mar a 51 personas que se dirigían a una muerte cierta.

"Francisco y Catalina", 51 personas nunca olvidarán esos nombres, tampoco olvidarán los rostros de los marineros que les sacaron del Mediterráneo. Gente sencilla, unos y otros, todos jugándose la vida en la mar para poder, simplemente, sobrevivir.

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