He aquí que nos encontramos frente a una señora simpática, con cara bondadosa, vestida con sencillez, de maneras educadas, que puede ser la encarnación del mismo demonio, pero ... a nosotros no nos lo parece. Cosas de la vida. Ser simpático y agradable no es lo mismo que ser bueno.
Entonces, ... ¿hay que ser desconfiado? es una opción. Pero no muy cómoda, sin duda. Es más fácil ser ingenuo. Total, si te quieren engañar, el villano de turno ya desplegará artimañas que confundirán al más avisado. Como dijo un antiguo jefe, "- zorro, ten en cuenta que si algún día nos estafan no lo hará un sujeto malencarado, sino que será seguramente un tipo corriente, con aspecto de buen padre de familia".
Vaya, después de leer lo que llevo escrito casi prefiero mirar a la sombra que al individuo. Seguro que me equivoco menos.
Os dejo algunas pistas en "Logical Song", un catálogo de adjetivos humanos que nos regala Supertramp.
Más respeto me producen los ladrones bien vestidos...
ResponderEliminarBesicos
El aspecto personal es algo que, nos guste o no, juega un papel decisivo en las relaciones humanas. Tan decisivo que yo creo que quien no cuida su imagen o se dedica voluntariamente a cultivar unas pintas peculiares, que llamen la atención o que puedan desagradar a los demás es sencillamente un inadaptado y un gilipollas.
ResponderEliminarNi podemos ser figurines vanidosos pendientes a todas horas de nuestro físico o de nueestra ropa, ni dejados o exóticos con la excusa de la personalidad.
Esto no tiene nada que ver con ser buena o mala persona, con con cometer o no delitos, pero estadísticamente será más fácil que te atraque en la calle un ipo con pinta chunga de colgado a que lo haga un ejecutivo trajeado. Claro que hay muchas formas de atracar...
Fiate de la Virgen y échate a correr.
ResponderEliminarYáñez.