31 marzo 2011

Centuriones


no es difícil sentirse extraño en una conversación sobre política. Simplemente basta con no definirse como un ultra para que tus supuestos aliados critiquen tu "tibieza" y tus supuestos adversarios desconfíen de tu interés en siquiera entender sus posturas.

Volvemos a la sociedad del "centurión". Prietas las filas y a por ellos es el grito de guerra de unos. Ni un paso atrás, el de otros. Mientras tanto, en tierra de nadie y recibiendo estopa estamos unos cuantos que no nos resignamos a que unas siglas digan cuál es nuestra postura política. Estoy harto de oír que alguien que va a misa es de derechas y que alguien que tiene muchos hijos es del Opus. Pero es que es más fácil repetir un prejuicio que ahondar en busca de la verdad. "¡Vaya izquierdista de pega!, ¡mucho hablar de repartir pero ahí le ves con su Mercedes!"; "¿y aquél?, pepero de toda la vida y ahora casado de segundas con una colombiana".

En fin, no están bien vistas las excursiones ideológicas. Nada de mirar por la ventana a ver qué se cuece por ahí. Y menos tomar prestadas opiniones que te contaminen. Por desgracia, muchos de estos versos sueltos, hartos ya de incomprensión y fanatismo se han retirado de la brega y miran la batalla con indiferencia.

Menos mal que una de mis ventanas da a la blogosfera y entra algo de aire fresco.

Por cierto, a un buen chico de derechas nunca le gustaría esta canción:"Don´t stop me now"de Queen.

4 comentarios:

  1. Zorro, siempre es un placer hablar contigo de política. A mi al menos me agrada encontrar a gente que escucha y que honestamente trata de entender otras posturas.

    Si algo he aprendido es que cuando tomas posiciones extremas normalmente te equivocas.

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  2. No existen las ideologías. Recuerdas?

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  3. Vivimos del tópico, del prejuicio consolidado, de la descalificación apriorística...todo vale para invalidar la personalidad del adversario, al que jamás se concede el beneficio de la duda, simplemente porque piensa de otro modo o actúa con libertad.

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  4. Estas mentalidades son fruto de la pereza mental, del deseo compulsivo de simplificarlo todo para no esforzarnos en pensar.

    De todos modos, en España ya no hay ideologías: Como mucho una derecha y una izquierda sociológicas y una necesidad ansiosa de identificarse con PP o PSOE para no salirse de la vereda.

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