20 agosto 2024

El bosque tras el fuego

Hace dos años sufrimos un incendio sobre unas 800 hectáreas entre Navafría, Torreval y La Salceda. No llegó a Collado Hermoso por una climatología favorable y por el buen hacer de bomberos forestales, vecinos y la UME. Fuimos afortunados.

Así se veía el cerro del repetidor al término del segundo día de llamas, desde el Lomo de Collado.

La temperatura en el aire era muy elevada y nos fue difícil acabar con las últimas llamas y refrescar algo el suelo. Julio es el més más cálido en estas tierras y el aire estaba particularmente seco.

Tras unos días de incertidumbre sobre si el incendio se podía reavivar, las llamas se extinguieron. 

El paisaje era desolador una semana después. El suelo lleno de ceniza y miles de hoyos que revelaban donde estuvieron los tocones de los árboles. Aun había ascuas en ellos.


Al año siguiente comenzaron las labores de corta de los pinos que habían quedado en pie. Todos muertos. No se salvó ninguno. Los leñadores tardaron un año en retirar los pies y transportarlos hacia alguna industria que pudiera sacar beneficio de ellos. Muchos de los pinos, sobre todo en la zona más próxima a la Salceda tenían más de medio metro de ancho.

Hace una semana tomé estas fotografías en la zona más caliente del incendio. Se cumplen dos años y no se ha producido una regeneración natural de de los pinos. Sí hay crecimiento arbustivo, sobre todo de jaras y retamas. 

Acerca de los árboles supervivientes, en la zona más baja del incendio se salvaron algunas encinas y bastantes robles melojos, pero ni un solo pino. Nada en absoluto sobrevivió en las zonas de mayor altitud.



Algunos de los robles melojos ("quercus pyrenaica") salvados se vieron seriamente afectados por el fuego pero han conseguido regenerarse, y sobrevivir al menos estos dos años. Éste de la imagen, junto a la cañada, parece tener bastante buena salud.


Otra de las consecuencias ha sido la erosión, Así aparece una de las vías de saca que se han utilizado para extraer la madera. En esta zona el suelo es muy somero y la roca se encuentra a solo 30 ó 40 centímetros de la superficie. Las lluvias han lavado la tierra hasta llegar a la roca.

Ahora, dos años después, llega la pregunta habitual: ¿vamos a hacer algo para recuperar el bosque? ¿o acaso hay que dejar que la naturaleza actúe?

Difícil respuesta: muchas de las fincas quemadas son privadas o de gestión comunal. Otras son de aprovechamiento público, y todas ellas en una zona de usos limitados al estar en zona periférica del Parque Nacional Sierra de Guadarrama. Por tanto, la gestión del post incendio cuenta con bastantes opiniones y pocos voluntarios para meter recursos y dinero. 

Seguiremos informando. 


27 agosto 2022

Pedraza (de la Sierra) - y sus alrededores

 ¿Quieres pasar una tarde tranquila en un enclave intemporal? ¿una experiencia medieval a 15 minutos de Collado Hermoso?

Ven a Pedraza cualquier día ENTRE SEMANA.

Ayer pasé aquí la tarde y además tuve la inmensa suerte de ver llover. Hacía más de tres meses que no caía gota por estas laderas. De hecho en Collado Hermoso no cayó nada, pero sí lo hizo durante un par de horas en Pedraza.

Pedraza es la cabeza de la Villa y Tierra del mismo nombre. Ha estado poblada desde hace miles de años, aunque no la conocemos como tal hasta el siglo IX en tiempos de la creación del Reino de Castilla. Incluso entonces no debió ser una localidad muy importante, a lo sumo un pueblo fortificado pues no aparece en la documentación andalusí sobre las campañas de Almanzor en estas tierras del sur del Duero.

Llegó a tener más de mil habitantes solo en su principal núcleo de población entre los siglos XIV y XVI gracias al comercio de la lana y los paños. Y fue un importante enclave comercial para los judíos, que habitaron su barrio de Santo Domingo y constituyeron un veinte por ciento de su población.

Hoy es un lugar turístico y esos mil habitantes pueden convertirse en dos mil personas un sábado cualquiera. Pero el turismo disminuye durante la semana y en invierno difícilmente llegan a doscientos los habitantes permanentes. 

Ayer era uno de esos días en los que merece la pena venir. Las calles poco frecuentadas y llenas de charcos daban un color antiguo a la vetusta ciudad.


No solo sus calles estaban tranquilas. En el renovado solar de la Iglesia de Santo Domingo pude admirar en solitario la exposición de pintura hiperrealista. Una delicia.

Tras la lluvia, el paseo. Hay una ruta muy fácil, de una horita más o menos, que sale de la Casa del Águila Imperial, cerca de la puerta de entrada a la ciudad. Está bien señalada como "Senda de las Tongueras" y enlaza con otra pequeña ruta que transcurre por la Cañada Real.


El sendero se dirige hacia el Norte y tiene numerosos miradores desde los que contemplar la ciudad amurallada. Hoy, al caer el sol, Pedraza estaba entre sombras y parecía aun más anclada en tiempos pasados.


Tras doscientos metros escalonados sobre la roca caliza, el camino se vuelve muy sencillo. Un sendero estrecho entre encinas, enebros y plantas aromáticas como el espliego, el tomillo, mejorana o cantueso amenizado por la banda sonora pajaril de varios grupos de carboneros. A lo largo de la ruta, rastros de tejón, un corzo solitario, rapaces en los cortados de arenisca del norte, hacia El Arenal, y todo gratis. Un parque de atracciones que cada día nos ofrece la naturaleza de esta cara norte de la Sierra de Guadarrama.



Después de un par de kilómetros, la ruta de las Tongueras enlaza con la cañada a Orejana y siguiendo las indicaciones hacia Pedraza pronto tendremos la fortaleza de nuevo a la vista.




Espero que os haya gustado y os anime a mirar con otros ojos la (solo aparentemente) saturada Pedraza.

¡Disfruten!


09 julio 2022

Las bichas


Nuestro pueblo está a más de 1.200 metros y el clima es frío la mayor parte del año. No es lugar para serpientes, o eso se podría creer.  Sin embargo podemos encontrar varios tipos de ofidios, la mayoría bastante inofensivos, que salen de sus guaridas durante los meses más cálidos.

Hoy toca hablar de las bichas. Así llaman en la sierra segoviana a la coronella y la víbora. No tienen mucho que ver entre ellas, pero infunden el mismo respeto. Son relativamente pequeñas, y su color no es llamativo, de modo que la mayoría de las veces que las veamos será mientras se asolean en lugares despejados, como los caminos que conducen a la sierra.

La serpiente más habitual en nuestra zona es la culebra lisa o coronella. No es venenosa. Tenemos dos tipos, coronella austriaca, más común en el monte y la coronella girondica, más habitual en la llanura. Solo tienen diferencias cromáticas. 
Este animal se alimenta principalmente de lagartijas y por tanto la encontraremos en las zonas pedregosas, cerca de paredes o roquedos, y siempre en lugares donde alcanza el sol. Mide unos 40 cm y tiene aspecto fino y larguirucho, con una cabeza afilada y plana. No tiene veneno y es muy lenta de movimientos, así que su táctica de caza es acercarse lentamente a sus víctimas cuando descansan e inmovilizándolas con mordisco y constricción.


En la foto se observa su color gris y el dibujo dorsal de manchas circulares oscuras colocadas en dos filas longitudinales. 

Pobre culebra lisa que ha sido masacrada durante generaciones por su similitud (solo en color y en longitud) con la víbora hocicuda, la verdadera "bicha" contra la que tanto nos han alertado nuestros mayores. Es mucho menos frecuente y vive cerca de los cursos de agua y en zonas rocosas. 




A simple vista y comparando con la fotografía de la coronella, se aprecian las diferencias entre ambos reptiles. La víbora es más robusta, e incluso parece rechoncha cuando está enroscada. Un rasgo diferencial es que tiene la cabeza triangular y muy destacada del cuerpo. A continuación de la cabeza se observa un dibujo casi negro en zigzag. Finalmente su cola es "corta" en comparación con la de la culebra. La de la fotografía encontrada en el paraje de Las Calderas es gris oscura pero hemos observado ejemplares mucho más pálidos

A diferencia de la culebra lisa, la víbora sí es venenosa. Su mordedura es muy dolorosa y aunque el veneno tiene baja toxicidad, es peligroso para mascotas y niños. 
Como todos los animales, es raro que una serpiente nos ataque sin motivo, pero es bueno alertar a los críos acerca de levantar piedras donde bien puede estar la víbora escondida. Por supuesto, nada de tocarlas. Lo normal es que huyan a gran velocidad al advertir nuestra presencia. 

¿Qué come una víbora? su alimento son los ratones, musarañas y otros reptiles. También crías de pajarillos que puede capturar bien en el suelo o bien encaramándose a arbustos. Los ejemplares jóvenes, también devoran invertebrados. Normalmente caza al acecho, lanzando un rápido ataque e inoculando el veneno. La víctima muere muy cerca y la localiza con su olfato.

(Las dos fotografías han sido tomadas muy cerca una de otra, a unos 1.400 metros de altitud cerca del río Viejo)

10 enero 2022

Una sierra de pinos: ¿fue siempre así?

Hace sesenta o setenta años nuestra sierra estaba casi despoblada de árboles. Era una sierra amarilla de flores de retama y piorno entre los roquedos. La agricultura, el pastoreo y el uso intensivo de la madera para calentarnos y cocinar habían acabado en gran parte con la masa forestal. 

En la primera mitad del siglo XX quedaban ya pocos árboles,. Solo unos cuantos pinos en las alturas, alguna carrasca aislada, bardagueras junto a los cauces, sotos de roble y algún abedul en los más escondidos barrancos. Junto a los manantiales reinaban los arbustos y herbáceas. Retamas, jaras, espinos, rosales silvestres en las solanas, y todo este conjunto daba a la sierra un aspecto radicalmente distinto del que tiene en la actualidad.

Piornos en las laderas más altas

Era la montaña que conocieron nuestros padres y abuelos, aunque tampoco era su aspecto original. Las actividades del hombre a lo largo del último milenio habían cambiado las laderas serranas desde su paisaje primigenio. 

Probablemente nuestra sierra había permanecido sin cambios hasta la Alta Edad Media. No era un territorio interesante para la agricultura y la escasa población de la península se asentaba en otros lugares más productivos. Así que estos parajes estuvieron deshabitados hasta la Reconquista, cuando empezaron a llegar colonos desde el norte. Corría el siglo XI y encontraron bosques caducifolios que cubrían la sierra desde el llano hasta cotas de 1.500 o 1.600 metros. Por encima de esa altura,el pino silvestre y algún acebal dominaban las umbrías. 

Roble melojo, o rebollo

Detalle de hojas de roble

Alrededor de los ríos y al abrigo de los barrancos crecerían otras caducifolias como chopos, olmos y algunos tipos de sauces como mimbreras o bardagueras. Seguramente hubo también tejos, recuerdos de otra época más húmeda.

Los arbustos no serían tan distintos a los actuales pero quizá más variados. Se sabe que hasta el siglo XIV o XV el oso aun vivía en esta zona . Se alimentaría de todo tipo de hierbas, de frutos arbustivos como las moras y rastreros como la gayuba y en otoño de frutos de los árboles como la bellota. Tenía que haber mucho alimento para dar de comer a un oso. 


Los prados de césped alpino y las turberas inundadas existían desde antiguo y aun subsisten, aunque en menor extensión pues muchos fueron roturados para la plantación del pino en terrazas. El helecho y el enebro rastrero (jabino) cubrirían las zonas más expuestas al sol. Y por encima de 1.900 metros el piorno sería dominante.

Turbera o tolla

A la hora de deducir qué tipo de vegetación existía antes de la presencia humana en la zona, hay que tener en cuenta la orientación de las laderas hacia la umbría o hacia la solana. En estas zonas altas la variación de temperaturas por distinta exposición al sol es fundamental para encontrar unas u otras especies. En laderas orientadas a Este y Norte los pinares seguramente eran más comunes, y las carrascas solo estarían presentes en zonas soleadas.

Y hablando de la temperatura, es muy posible que los cambios climáticos a lo largo de los siglos también hayan afectado al tipo de vegetación, y quizá en periodos más húmedos serían frecuentes las manchas de hayedo y abedul, hoy excepcionales.

Hoy la sierra ha cambiado de nuevo. Ya no es la original, ni la que configuraron nuestros antepasados con su actividad. Desde mediados del siglo XX ha aparecido un nuevo paisaje, sobre todo a causa de la repoblación de pino silvestre que se produjo en las décadas de 1950-70.

Foto panorámica en verano- 1.800m de altitud

La plantación de pinos en terrazas ha ocupado casi todo el territorio entre los 1.800 y los 1.400 metros de altitud. Es un monocultivo, de modo que subsisten muy pocos árboles distintos al pino y además recluidos en las zonas de barrancos.

Por debajo de los 1.400 metros, también se han producido cambios en los últimos cincuenta años. Y no por la mano del hombre, sino por falta de ella. El abandono de la agricultura y progresiva reducción de las cabezas de ganado están dando una oportunidad a la regeneración de arboledas en lo que fueron cultivos y prados de forraje. En estas áreas persisten los robles y aparecen fresnedas cada vez más grandes.

Foto panorámica en verano-  1.200m de altitud

En algunos lugares se están creando verdaderas junglas de arbustos espinosos como zarzales o endrinos, entreverados de ejemplares de majuelos, que suponen grandes reservas de alimento para las aves durante los meses más fríos del año. 

Un refugio cada vez más frondoso para la fauna de gran tamaño como corzos, jabalíes, zorros o tejones. 

Majuelo repleto de frutos comestibles

Pasará el tiempo y llegaremos a una nueva etapa en la composición vegetal de nuestra comarca. Probablemente desaparecerá la ganadería y casi nadie cortará leña para el fuego. La actual plantación de pinos se convertirá en un pinar maduro y entre sus claros crecerán especies distintas.  ¿Volverá el monte a su estado original entonces? ¡Quién sabe hoy qué sucederá!, lo verán las próximas generaciones. 

Bibliografía: Estudio de vegetación y flora de las Sierras de Guadarrama y Gredos , de Salvador Rivas Martínez



14 septiembre 2021

El guerrero de Pelayos


Hace unos años disfruté por vez primera de los fantásticos frescos de la Iglesia de San Vicente, en el vecino pueblo de Pelayos del Arroyo. Algún investigador los ha fechado a mediados del siglo XIII (Bibl.1.) probablemente cuando ya se había terminado de construir el templo. 

Los frescos tienen bastante calidad, aunque su estado no sea perfecto, y permiten distinguir perfectamente muchas de sus escenas.



El caso es que este pasado fin de semana, leyendo sobre Al-Andalus, me vino a la cabeza un detalle de uno de los frescos, concretamente la lucha singular entre dos caballeros armados, uno musulmán y otro cristiano. La única identificación del caballero cristiano se encuentra en el escudo, sin armas nobiliarias a la vista y una simple cruz roja sobre fondo blanco. Una divisa usada por la Orden del Temple. Y he decidido investigar un poco.

¿Hubo un templario nacido o enterrado en Pelayos? 

Nuestra tierra había sido hasta hace menos de un siglo "frontera" entre los reinos cristianos y musulmanes. Una comarca con muchos dueños, conquistada y reconquistada una y otra vez. Almanzor ocupó Sacramenia y Sepúlveda en 983 y 984 y no volverían a ser cristianas hasta mediados del siglo XI.

Al final del siglo XII y el principio del XIII la guerra ya había viajado al sur del Tajo pero también se combatía al norte donde Castilla se las tenía tiesas con los leoneses. Un joven nacido en nuestra comarca normalmente se dedicaría a la agricultura, a la caza, quizá criado de alguien más pudiente o fraile en el cercano monasterio. Pero tampoco sería excepcional que naciese un soldado en una aldea pobre. Así que quizá hablamos de alguien que observó el combate, o incluso participó en él como peón de un noble. 

Busquemos una batalla...

A principios del siglo XIII el rey castellano está lamiendose las heridas. Castilla aun no ha podido rehacerse del desastre de Alarcos en 1195, donde el califa Yusuf Al-Mansur de Marrakech ha barrido tácticamente a Alfonso VIII. En esa batalla ha perdido casi toda su caballería pesada, miles de caballeros y sus comandantes, entre ellos los obispos de Segovia, Ávila y Sigüenza y el Maestre de la Orden de Santiago. La frontera ha vuelto casi hasta la línea del Tajo y toda la producción de la zona está en manos del enemigo.

Han pasado ya quince años desde la gran derrota y Alfonso VIII es ahora un rey más experimentado que se prepara con paciencia para un nuevo envite.  En 1211 el Arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, convence al papa Inocencio III para declarar "cruzada" una ofensiva contra los almohades. A la vez, Alfonso cierra alianzas o treguas con otros reinos cristianos para concentrar sus fuerzas en el sur. Quiere vengarse de los musulmanes y recuperar sus territorios.

Las órdenes militares se adhieren rápidamente a la cruzada. ¿Quizá uno de sus monjes guerreros sea quien se encuentra representado en el fresco de Pelayos? Sigamos buscando.

En el siguiente cuadro se observa la disposición de la coalición cristiana al inicio de la batalla.
Las milicias segovianas se encuentran en vanguardia y en el flanco derecho. Los hombres del Temple forman como caballería de choque en lo más profundo del ataque, bajo el mando del noble leonés Don Gonzalo Núñez de Lara.

Wikipedia: Navas de Tolosa

En Alarcos la caballería pesada castellana había atacado a lo loco hacia el centro del ejército africano, creyéndose superior. Las bajas de la primera acometida fueron cuantiosas entre los almohades, pero el ejército cristiano fue pronto encerrado y sin ayuda de la infantería, vencido por el cansancio, los proyectiles y la caballería ligera andalusí. Una masacre. No se conocen las bajas totales pero teniendo en cuenta la cantidad de señores y clérigos principales muertos, se puede imaginar que la hueste sufrió aun peor suerte.

Ahora, mientras el nuevo ejército se dirige a las Navas de Tolosa, los principales comandantes cristianos saben a qué se enfrentan. La mayoría ya estuvieron en Alarcos y amargamente descubrieron que delante van a encontrar un ejército regular, bien armado pero por suerte para ellos, ahora confiado. La batalla va a ser muy distinta. Quieren vengarse, pero no tienen prisa.

El avance de la cruzada es lento. Esta vez toman varias fortalezas para tomarlas como bases de refuerzo y establecen líneas de suministro. Por desgracia, la mayoría de los caballeros franceses que venían "de turismo" se hartan y regresan a sus tierras. Solo 150 caballeros extranjeros se quedarán a ayudar a los reyes peninsulares, la mayoría son franceses vasallos de Aragón y Navarra u hombres del "terror de los cátaros", Arnaldo Amalric, Arzobispo de Narbona.

Finalmente y evitando el muy bien defendido paso de Despeñaperros, Alfonso y sus aliados sortean la cordillera y se presentan en Las Navas de Tolosa, al norte de la actual provincia de Jaén. Es viernes, 13 de Julio de 1212. 

Buscando a los participantes de la batalla encuentro a un grupo de caballeros "cistercienses" alineados en vanguardia con el grupo de ejercito de Diego López de Haro. Es importante el dato cuando sabemos que a solo tres kilómetros de Pelayos se está edificando en esos tiempos el monasterio cisterciense de Nuestra Señora de la Sierra. Ya tenemos pues otro candidato a ser el misterioso guerrero que vemos en los muros de San Vicente. Y no sería raro que un monje del Císter vistiese los colores del Temple, pues el principal cisterciense, Bernardo de Claraval, fue clave también en la configuración de los Templarios como orden religiosa. En el siglo XII ambas órdenes comparten la misma regla.

Cuatro días después de acampar, amanece en las Navas y la vanguardia del ejército cristiano se abalanza sobre las posiciones musulmanas. Más de mil caballeros pesados, los tanques de entonces, destrozan el centro del ejército enemigo. La caballería ligera musulmana, letal en Alarcos, intenta envolverlos pero son detenidos por los flancos castellanos que han aprendido la lección. En el flanco derecho, en lo más duro de la batalla, aguantan las milicias de Segovia, Medina y Ávila bajo el mando del rey navarro Sancho el Fuerte, un gigante de más de dos metros  ((Bibl.2.)

A media tarde, con la batalla por decidir, Alfonso vuelve a insistir por el centro, ahora con la totalidad de la caballería y su empuje llega hasta la fortificación desde donde Al-Nasir contempla la batalla. El flanco izquierdo aragonés rompe las líneas y la batalla está ganada. Aun quedan horas de persecución sobre la desbandada enemiga y en los siguientes semanas caen incluso plazas fuertes como Úbeda y Baeza.

Este invierno regresaré un día a Pelayos, a ver si encuentro abierta la iglesia y ese cruzado me da algún dato más. ¿Fue un personaje real? ¿clérigo o lego? ¿nació en nuestra comarca o quizá representa a alguien a quien el artista de San Vicente vio en acción?

¡Quién sabe!



Bibliografía: 

1. Orígenes y Desarrollo de la Guerra Santa en la Península Ibérica- Alexander Pierre Bronisch

2. Batallas del Mundo. Tres mil años del arte de la guera- Paolo Cau.

12 agosto 2021

Un paseo por la ladera

prometíamos ayer... parafraseando a Fray Luis, que la siguiente entrada pasaría de la llanura a la ladera, antes de enfilar las pendientes de la Sierra Carpetana, dos mil metros y algunos más en sus más altos picos.

El camino comienza en la Iglesia de Collado Hermoso, San Nicolás, y sube por el llamado Camino de los Molinos, primero asfaltado pero que a 300 metros se convierte una pista blanca transitada por algunos vehículos de los residentes o de andarines que prefieren acercarse más a la montaña antes de tomar zapatillas y bastones. 



Pasados los primeros prados, frecuentados por el ganado local y algún zorro o jabalí en los atardeceres, se llega a un tupido bosque de roble melojo (rebollo), conocido como la Mata del Fraile en alusión a los que habitaron el cercano convento durante más de seis siglos. En esta zona se va apagando el rumor de la carretera y del pueblo. Por fin estoy en la naturaleza. No se suelen ver muchas aves en este tramo, quizá alguna paloma, eventualmente el cuco, gorriones, carboneros, pero por aquí aun desconfían de los humanos.

Algo más arriba, pasado ya el monasterio, los pequeños pájaros se hacen notar, y en los primeros pinares incluso encontramos alguna ardilla.



Estos pinos los plantaron nuestros abuelos. Los pinos se usaban como vigas, simple leña e incluso como varas para las judías cuando se cortaban jóvenes en alguna clara. La mayoría de ellos tienen ya más de setenta años.

Pasado el último molino, hoy rehabilitado como vivienda, un recodo del camino nos mete en la zona del pinar público, inaccesible con vehículos salvo a los ganaderos que alquilan (muy caro) el pasto a la Junta. Hoy estos montes no pertenecen a los pueblos y su gestión se hace desde Valladolid, con poca o ninguna atención a los habitantes de la sierra. Una pena. Un cultivo de pinos interminable, sin prevención de incendios como demuestra que los residuos de corta quedan abandonados en el suelo y sin plan de diversificación de especies vegetales. Un monte prácticamente abandonado, con los pros y contras que eso conlleva.

Me interno en el bosque y protestan las oropéndolas, con su graznido de córvido y su plumaje exótico. Se hace raro verlas fuera de un zoo o una jungla.

Oriolus Oriolus- foto de Wikipedia

Dirijo los prismáticos hacia la copa de los pinos y por fin atisbo una sombra de vivo amarillo. Un rato más de búsqueda y por fin la contemplo. Estará con nosotros un par de meses más hasta su migración al Sur, hacia el África tropical.

Al otro lado del arroyo, encontramos el prado de la Estilera, uno de los pocos que se libraron de la plantación de pinos. Los garrapinos se alertan unos a otros a mi paso y cruzan el camino volando. Un chochín hace chirriar su garganta. El camino es cómodo pues aunque es media mañana, las sombras de Agosto cubren prácticamente toda la pista junto a la cual pastan unas vacas tudancas a la vez que custodian a sus chotillos.


Paso el puente del río, junto a la Casita del Pescador. Lleva bastante agua, señal de que los pequeños manantiales aun lo están nutriendo. Se ven por doquier, la mayoría atollados por las pisadas del ganado. Y habiendo más agua, hay más flores y también más mariposas, cada especie en su planta nutricia como este cardo superpoblado.

Alcanzo los 1.700 metros y me dirijo a un claro que alguna vez estuvo habitado. Aun se distinguen los cimientos de un solar, con una estancia redonda (quizá corral) y dos o tres estancias cuadradas. También aquí hay aves de las que normalmente se encuentran en alturas más bajas, pero estos días aprieta el calor y las aves cambian de residencia. Bastantes petirrojos y algún carbonero, habituales, y los que huyen del calor, un mirlo y en equilibrio sobre un rosal silvestre, un alcaudón dorsirrojo. Precioso animal.

En el roquedo, restos de excrementos, plumas y egagrópilas de alguna rapaz. Probablemente un busardo ratonero.

Me entretengo un rato mirando el horizonte, Pelayos, La Cuesta, Turégano a lo lejos, pero es tiempo de bajar, a disgusto como casi siempre. Hasta pronto, naturaleza.

11 agosto 2021

Un paseo por la llanura

estando situado nuestro pueblo justo en el inicio de la montaña, es difícil dar un paseo sin cuestas. O vas hacia las tierras bajas, donde nuestros antepasados labraban (el paraje se denomina "El Labrao") o vas hacia el monte, tierra de rebollos, pinos y piornal al que dedicaremos otra lectura en unos días.

Hoy ha tocado un paseo por la llanura, comenzando en la Plaza de la Rubia de Collado Hermoso y tomando la ruta a Pelayos. Un camino bien reforzado con tierra apisonada hace un par de años y que se ha convertido en uno de los paseos favoritos de andarines de todas las edades. 

Salí hacia las nueve solo a pasear, pero como siempre, con los prismáticos en ristre y un jersey para capear estos aires mañaneros de Agosto. En Agosto, frío en rostro, dice el refrán, y desde luego es cierto durante la mitad del día. A partir de las 11 de la mañana, es otro cantar y el sol recobra su reinado cada día más corto. El jersey volverá atado a la cintura.

Aun quedan mariposas. Ha sido un año húmedo e incluso en estas praderas quedan flores de alfalfa o en varias especies espinosas. También las flores de mora empiezan a alimentar a todo tipo de insectos. Las mariposas que vi estaban alimentándose en los "gazapeos", como se llama aquí a la Jacobaea Vulgaris 



hubo un momento en el que me rodearon decenas de ellas, de una sola especie, la que aparece en la fotografía, en un remolino naranja y gris.

A lo largo del camino, árboles de la zona, robles (pocos), fresnos (muchos más), alguna bardaguera y olmos de pequeño tamaño. Llegando al término de Pelayos, a los lados de los caminos de concentración parcelaria ya pude ver bastantes espinos con sus endrinas ya listas para cosechar, y majuelos con el fruto aun en formación. Es una zona algo más húmeda.

Aves, pocas esta vez, un bisbita corriendo por el camino, una familia de alborotadores rabilargos, la pareja de arrendajos de preciosos colores, dos colirrojos sobre una roca centenera y, en una calleja sin salida más tupida de arbustos (e insectos), escuché a unos herrerillos y un mosquitero dando un concierto bajo la dirección del pinzón.

Cerca de Sotosalbos encuentro uno de los pocos restos de basura del día, un globo que dio una efímera alegría durante una fiesta y que se cansó de volar en medio de un prado.



Esta vez la basuraleza acabó en el contenedor correspondiente, pero ¡cuántos residuos dejamos!, a veces inadvertidamente, cada uno de nosotros.

Me detengo un rato, como hago a veces, para distinguir cada sonido entre el rumor del campo. Un juvenil de petirrojo, un escandaloso mirlo, una motosierra lejana, y a las doce pasadas, las campanas de San Miguel llamando a los rezagados al oficio.

Mientras escucho las campanadas me fijo en los restos de un roble en medio de un prado, devorados por los xilófagos, quien sabe si tras morir o si precisamente fueron ellos los causantes de la caída del árbol. Se diría que el fresno es más resistente a estas carcomas, "taladro" lo llaman, y por ello sale triunfante en esta latitud.


Suenan campanadas de nuevo, ahora hacia el Sureste. Son las de la Iglesia de Collado Hermoso. Los collalbos siempre fueron de levantarse más tarde, ja, ja. Me doy por avisado y regreso hacia el pueblo recorriendo las trochas realizadas por las vacas. Cuando desaparezca el ganado, parte del término se va a convertir en una jungla intransitable.

Mañana más, está vez hacia la montaña.

02 junio 2021

Un buitre blanco

Hace unas semanas íbamos paseando por la Cañada, algo despistados de la naturaleza como siempre que vamos en grupo. Esos días suelo llevar los prismáticos de adorno, pues con el jaleo que armamos, poco animal se muestra confiado a nuestro paso. En un momento dado, Vanesa nos dice: "mirad, un buitre blanco".

Y así era, un buitre blanco sobrevolándonos, más pequeño que los buitres leonados o negros que acostumbramos a ver cada día. Lo estuvimos observando por turnos, en silencio, encantados con la novedad. A los pocos minutos, el alimoche (neophron percnopterus) se posó en una zona ganadera a unos cientos de metros. Hacia allí me dirigí, ya solo, para mirarlo bien. Caminaba entre vacas y chotos, unos y otros tan tranquilos ante el extraño visitante. Así estuvo diez minutos buscando por el suelo hasta que, quien sabe si el hastío o una corriente favorable le hizo decidir remontar el vuelo y perderse en la lejanía.

( prestada de Rapaces.Es )


Este alimoche solitario probablemente forma parte de la pequeña colonia que pasa el verano en las Hoces del Duratón. Es un animal difícil de etiquetar, tanto por sus hábitos como  por su aspecto. Ninguno de los buitres es excesivamente bonito, pero este parece un animal mitológico con una cara despojada de plumas seguida de un adorno formidable en cabeza y cuello.


Come carroña, como el resto de buitres, pero como suele moverse solo, y es más pequeño, viene a ser de los primeros en llegar para comer las partes más blandas o bien de los últimos conformándose entonces con rebañar los restos de animales ya predados para lo que usa su pico largo y estrecho. Es un especialista en tejidos más escondidos. 

También es un especialista en romper huevos, aunque esto lo deja para su invernada en África. Lo recuerdo bien de aquellos documentales de "El Hombre y la Tierra" rompiendo huevos de avestruz. Ahora es un ave escasa, pero según Félix era antaño muy común y que incluso se posaba en los tejados y se alimentaba en las calles de los pueblos.


Esperemos que la especie se recupere y la próxima vez no nos sorprenda su visión en el cielo de Collado Hermoso.


19 marzo 2021

Residencia de verano

Collado Hermoso está de fiesta, ¡ya vuelven los veraneantes! hace un mes llegaron las primeras palomas, luego los verderones, el chochín, los herrerillos, ... los últimos en llegar hasta ahora son los jilgueros (carduelis carduelis). Esta semana he visto ya varios grupos en la Dehesa, aunque a primeros de marzo ya trinaban un par de ellos algo más arriba del convento.

sacado de Revista Solana )

Cuando era crío pensaba que los jilgueros solo vivían en las jaulas, como los canarios u otras aves cautivas. Afortunadamente aquí en el pueblo los tenemos por todas partes, incluso cerca de las casas. No es un pájaro tan confiado como otros, por ejemplo nuestro amigo petirrojo pero sí se deja observar durante unos segundos.

Es tiempo de aparearse y los animales están algo más distraídos. Es fácil observarlos en su tarea de seducir a una pareja, más aun cuando los árboles están despoblados de hojas y no pueden ocultarse como en verano. En las próximas semanas irán llegando más y más aves, saldrán de su letargo reptiles y anfibios y el aire se llenará de insectos que servirán de alimento a todos los demás. Todo entre un apoteosis de vida vegetal que procurará material para los nidos, alimento y escondrijo.

Hoy hace mucho frío. Un par de heladas están ralentizando el florecimiento de los capullos más valientes de fresnos y bardagueras, pero los árboles inevitablemente están ya tomando tonos verdes y aumentando su volumen.

Y las flores... hace un mes vi la primera amarillita en la cacera de la dehesa, luego vinieron las violetas en junto al molino, las margaritas en las eras..., vuelve la primavera y con ella nuevos habitantes a Collado Hermoso.








19 junio 2020

Madrid

La provincia limítrofe con la milenaria Segovia hace tiempo que ascendió a estatus de comunidad autónoma, nada menos. Quién lo diría para un territorio cuya administración dependió de otras plazas fuertes durante la mayor parte de la historia antigua y medieval.

Es la provincia de Madrid una planicie limitada por un par de ríos al Este y Sur y por una cordillera que corre de Nordeste a Suroeste. La principal ciudad nunca fue muy importante, una simple fortaleza de segunda sobre la vega de un río vecinal. Ni siquiera durante la dominación árabe tuvo gran influencia, y poco más durante los primeros años del reino unificado de España. Su vecina ciudad de Alcalá de Henares sí tiene más solera, primero como enclave celtíbero, luego ya como el romano Complutum y desde allí alcanzando pujanza tanto en Al Ándalus como en la Castilla medieval. Plaza fuerte, universidad, centro de comercio. Gran currículum en comparación con la pobre Mayrit (Magerit para los castellanos) y su exiguo río Manzanares

Observando la planta de la ciudad medieval, se advierten ciertas ventajas que la hacían óptima como plaza de tamaño medio. En Castilla hay decenas de fortalezas y atalayas construidas en riscos. Difíciles de tomar y también difíciles de expandir una vez que se consolida la posición, Sin embargo, la meseta elevada del solar de Madrid era perfecta para una pequeña ciudad, garantizando su defensa en terraplenes por tres flancos, y siendo relativamente fácil defender el lado Noreste con muralla y fortaleza.



Añadidos a la capacidad defensiva, un sinfín de arroyos proporcionaba el suministro de agua incluso en los veranos más secos. Y el alfoz, fértil y extenso con dominio sobre las vegas del Jarama y el Tajuña, garantizaba la cercanía de suministros.

Bien, estos factores la hicieron crecer rápidamente, pero ni de lejos al ritmo de Valladolid, Burgos, Segovia o Toledo, ni siquiera como Ávila o Salamanca, otras principales ciudades castellanas. La burguesía y la iglesia crecían es esos lugares. ¿Y en Madrid? nada. La Corte era itinerante en el final de la Edad Media, y los reyes no eran mucho más importantes que otros nobles. Digamos que los reyes entraban en las ciudades, "de prestado".

Una vez que se deja de guerrear en el territorio peninsular, con la unidad dinástica de los reinos de León, Castilla y Aragón, así como la anexión navarra y de los reinos musulmanes del sur, los reyes se vuelven sedentarios. Es sabido que los Reyes Católicos habían sido básicamente nómadas sin muchos prejuicios sobre el lugar dónde establecerse. 

A priori parece que la capital natural del nuevo estado ha de ser Toledo, por tradición visigoda y por la importancia de la iglesia, cuya sede principal se encuentra allí. Pero precisamente por guardar cierta distancia con la Iglesia, un poder rival, la realeza busca un nuevo lugar. Un lugar además libre del dominio de la nobleza, hasta entonces dueña de casi todo, y de ciertas amenazas aun latentes (Valladolid y Segovia habían sido bastiones comuneros). 

La nueva monarquía busca una sede sin interferencias de los poderes que la habían amenazado en los últimos cien años. Madrid es el sitio elegido.

La construcción de un nuevo alcázar y el gobierno de un rey muy sedentario como fue Felipe II consolidan la nueva capital. A una jornada se construye el palacio personal del rey, El Escorial, y la suerte queda echada. Los Austrias y luego los Borbones se asientan en Madrid y privilegian su posición hasta hacerla indiscutible. Simultáneamente, la ganadería y el comercio de la lana declinan y las rivales castellanas pierden importancia (con la salvedad de Salamanca y Valladolid).

Y así, aunque nuevos centros de poder mandan en la península en los siglos XVI-XVIII, las ciudades portuarias de Sevilla, Lisboa, Cádiz, las decisiones se seguirán tomando en Madrid hasta nuestros días.

Mirad, qué sigilosamente ha acabado dominándonos el poblachón manchego.


02 febrero 2020

Vidas de noche

A veces salgo a dar una vuelta por el campo, cerca del pueblo, cuando la oscuridad lo cubre todo. Nunca me alejo mucho, salvo algún paseo en noches de luna llena, con marchas largas en la montaña, siempre en grupo. La noche en los bosques sigue generando un temor atávico en los hombres, y no soy una excepción. Nuestros sentidos, ya de por sí limitados de día, se vuelven casi inútiles de noche y nos sabemos vulnerables. Todo suena hostil. Y los sonidos son muchos y variados.

No somos los únicos que elegimos una sola franja horaria para nuestra actividad. Muchos animales viven de día y duermen, ocultos, de noche. Pero hay muchos otros cuyo ecosistema favorito pasa por la oscuridad. En Collado Hermoso no es fácil ver un erizo de día, por ejemplo, y mucho menos alguna de esas rapaces nocturnas que ululan entre las tinieblas. Pero están ahí. Les oímos en la negrura de la noche, vemos sus madrigueras y nos dejan sus rastros. Huellas en el barro o la nieve; también sus excrementos.

Es normal encontrar sus madrigueras en el bosque, bajo grandes rocas, y probablemente muchas veces pasamos junto a ellas de día cuando sus ocupantes descansan, ocultos, dentro de ellas. Cuidadito con molestarles, a nadie le gusta madrugar.



Uno de estos animales nocturnos recientemente detectados gracias a sus rastros es el gato montés (felix silvestris). Un gato muy parecido a los domésticos "atigrados" que siempre hubo en el pueblo, con los que de hecho se híbrida de tanto en cuanto, por lo que probablemente hay pocos gatos monteses 100% puros en nuestro entorno.



Este animal, de costumbres nocturnas, suele dejar sus excrementos, bien en letrinas, o en los bordes de su territorio, en lindes entre las praderas o estepas donde caza y las zonas boscosas donde descansa. Debe ser relativamente frecuente en los alrededores del pueblo, a tenor del número de rastros.



Sus excrementos miden entre 5 y 10 centímetros con varios cuerpos engarzados y con un característico acabado en punta. Comen normalmente roedores o conejos (no son frecuentes en nuestra zona). No desdeñan la carroña. Tampoco escarabajos u otros invertebrados. En sus excrementos por tanto suele encontrarse pelo y pequeños huesecillos, así como caparazones y restos de partes duras.

Todos estos animales proliferan en un terreno vacío de personas, con muy baja densidad de población y escaso tráfico nocturno en las carreteras. No obstante, a veces la fauna nocturna cae víctima de las ruedas, como este pobre tejón atropellado el pasado mes de diciembre en la carretera entre Pelayos del Arroyo y Sotosalbos.



Más allá de estos ocasionales conflictos con los humanos, todos estos noctámbulos no tienen más enemigos que algún ataque ocasional del lobo o de las grandes rapaces, normalmente a ejemplares jóvenes. Buen sitio la Sierra Norte de Guadarrama para ellos.

Seguiremos informando si encontramos nuevas noticias de estos bichos, de garduñas o de jinetas. ¡Estad atentos!